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Quemar las naves (Sal de tu zona de confort) - Únicos Visionarios
Esta frase tiene origen en el siglo III a.C. cuando Alejandro Magno (entonces rey de Macedonia) dio vida a esta expresión a partir de una maniobra militar.
Al llegar a la costa fenicia con sus barcos, Alejandro Magno se dio cuenta de que sus enemigos le triplicaban en número y de que sus soldados estaban desmotivados y derrotados, incluso antes de pisar el campo de batalla.
Así pues, Alejandro desembarcó y lo primero que hizo fue mandar quemar todos los barcos, o sea, las naves. Mientras su flota ardía, reunió a sus hombres y les dijo:
¡Observad cómo se queman los barcos! Esa es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con su familia nuevamente, ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos. Debemos salir victoriosos de esta batalla, ya que solo hay un camino de vuelta y es por el mar. Caballeros, cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible. ¡En los barcos de nuestros enemigos!
Fijémonos en lo que hizo Alejandro. Quemó las naves. Eso quiere decir que ya no había marcha atrás. Si querían ver a sus familias de nuevo, tenían que ganar a sus enemigos sí o sí para hacerse con sus barcos. Los motivó «a la fuerza».
Esos barcos eran ni más ni menos que la «zona de confort» de su ejército. Siempre podían optar por la retirada y eso les podía hacer perder el combate.
La zona de confort es aquella en la que estamos cómodos y relativamente seguros: la casa de los padres, nuestras naves o ese empleo que no nos hace felices, pero que lleva un sueldo a casa a final de mes.
Qué haras tú, quemaras las naves o ya lo haz hecho?
Al llegar a la costa fenicia con sus barcos, Alejandro Magno se dio cuenta de que sus enemigos le triplicaban en número y de que sus soldados estaban desmotivados y derrotados, incluso antes de pisar el campo de batalla.
Así pues, Alejandro desembarcó y lo primero que hizo fue mandar quemar todos los barcos, o sea, las naves. Mientras su flota ardía, reunió a sus hombres y les dijo:
¡Observad cómo se queman los barcos! Esa es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con su familia nuevamente, ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos. Debemos salir victoriosos de esta batalla, ya que solo hay un camino de vuelta y es por el mar. Caballeros, cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible. ¡En los barcos de nuestros enemigos!
Fijémonos en lo que hizo Alejandro. Quemó las naves. Eso quiere decir que ya no había marcha atrás. Si querían ver a sus familias de nuevo, tenían que ganar a sus enemigos sí o sí para hacerse con sus barcos. Los motivó «a la fuerza».
Esos barcos eran ni más ni menos que la «zona de confort» de su ejército. Siempre podían optar por la retirada y eso les podía hacer perder el combate.
La zona de confort es aquella en la que estamos cómodos y relativamente seguros: la casa de los padres, nuestras naves o ese empleo que no nos hace felices, pero que lleva un sueldo a casa a final de mes.
Qué haras tú, quemaras las naves o ya lo haz hecho?
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